Secuestrar carbono equivale a 350 euros por cada hectárea de olivar

Secuestrar carbono equivale a 350 euros por cada hectárea de olivar

Con la entrada en vigor de la nueva PAC 2023-27 y el Pacto Verde, la estrategia que la UE utiliza para luchar contra el cambio climático, parece más que definitivo que las nuevas herramientas medioambientales marcarán el futuro del campo.
Además, hay que tener en cuenta que España y Europa tienen como uno de los principales retos ambientales llegar a la neutralidad climática en 2050, para lo que hay que reducir un 55% de las emisiones totales a nivel nacional en los próximos ocho años (2030) en comparación con los niveles preindustriales.

Por otro lado, aún queda por poner en pie cómo se materializarán los futuros eco-regímenes de la PAC y la cuantía de las medidas medioambientales.

En este contexto, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Estepa, dentro de la Cátedra de Olivicultura «José Humanes», que celebra su IX edición, ha abordado el importante papel que juega el olivar en la lucha contra el cambio climático y la rentabilidad que podría suponer esto para los olivareros. Además, la DOP se ha convertido en una zona pionera en los estudios que buscan avalar el olivar como cultivo de referencia para el secuestro de C02.

«El olivar es muy eficiente a la hora de trasladar CO2 desde la atmósfera hasta el cultivo en forma de carbono orgánico», asegura Roberto García, investigador de la Universidad de Jaén y participante en el proyecto Sustainolive.

El experto, a través del estudio de 24 fincas de diferentes tipologías (secano, regadío, intensivo, tradicional…) se ha calculado un promedio de secuestro de carbono de 3,5 toneladas anuales por hectárea. «El olivar es uno de los cultivos que más carbono orgánico acumula, trasladándolo de la atmósfera a su estructura permanente, que incluye el tronco, las ramas primarias o las raíces», detalla.

Además, permite acumular parte del CO2 en el suelo a través de la biomasa, «una ventaja que no tienen otros cultivos que producen aceite», como el girasol.

Respecto a las prácticas para incrementar el secuestro de carbono, fomentando así un cultivo más sostenible, Roberto García destaca como «esencial» la cubierta vegetal. «Además de trasladar el carbono orgánico al suelo y enriquecerlo, incrementa la biodiversidad y reduce la erosión», asegura. La cubierta vegetal, que forma parte de la conocida como «agricultura de conservación», también está alineada con los eco-regímenes de la nueva PAC, que vinculan un porcentaje de las ayudas a prácticas respetuosas con el entorno.

Por otro lado, el triturado de los restos de poda y su posterior aplicación también aumenta el carbono orgánico del suelo. El uso de fertilizantes basados en estiércol, y el alpeorujo compostado, son otras fuentes de carbono que pueden usarse en el olivar. «El carbono que está en el suelo puede durar cientos de años, y el que acumula el olivar todo lo que dure el árbol, que también pueden ser décadas hay que empezar a tener en cuenta que gran parte de los restos vegetales son carbono y son beneficiosos», detalla García.

Además, una reciente investigación de la Universidad de Córdoba ha comprobado que los olivares manejados con laboreo internacional secuestran menos carbono que aquellos en los que se han implementado prácticas sostenibles. En concreto, en los tradicionales se ha detectado una pérdida de secuestro del carbono de entre el 0,8% (en los primeros 40 cm del suelo) y el 2,1% (si se consideraba el perfil completo del suelo).

Cómo monetizarlo

Pero, ¿cómo aprovechar estas nuevas prácticas sostenibles, cada vez más extendidas, para aumentar la rentabilidad de las explotaciones olivareras? Roberto García adelanta que, dentro de la estrategia conocida como «carbon farming», la Unión Europea está preparando el reglamento que unificará las condiciones para poder comerciar, en un mercado libre, con ese carbono, y que incluirá las condiciones a cumplir por las empresas certificadoras.

 

«El futuro es que haya intermediarios que certifiquen que el olivar secuestra cierta cantidad de carbono y ese mismo intermediario se lo venda a otra empresa que pague por ese carbono», afirma. Cabe recordar que los créditos de carbono, que se usan para facilitar el cálculo de la cantidad de gases que se liberan al aire, compensando la emisión de las empresas que los emiten y las que los adquieren, ya estaban incluidos en el Protocolo de Kioto.

El mecanismo simplificado es que, al vender su balance positivo de carbono, los agricultores reciban una recompensa financiera por cada tonelada de dióxido de carbono que captura el cultivo de la atmósfera.

Según los cálculos de Roberto García, si cada hectárea de olivar secuestra 3,5 toneladas de CO2 de media, y cada tonelada vale 85 euros, «una hectárea de olivar puede generar anualmente 250 euros por el simple hecho de implementar prácticas de manejos dirigidas a potenciar la capacidad de carbono». Por ello, el experto anima a los agricultores a sumarse a esta corriente sostenible que, además, puede producir beneficios económicos.

Por otra parte, ya hay empresas que ofrecen a los agricultores rentabilidad financiera a cambio de fomentar el secuestro de carbono, aunque la incertidumbre en la que está sumida el sector, a puertas de la nueva PAC, ha paralizado muchas operaciones financieras hasta que se concrete cómo se van a aplicar, y qué porcentajes de agricultores los van a llevar a cabo, los eco-regímenes, la gran novedad.

Articulo original: ABC.es

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