La celebración en Madrid de la Cumbre del Clima (COP25) está sirviendo, entre otras cosas, para poner de manifiesto la apuesta de la sociedad española por un futuro sostenible. Pero también para reivindicar el papel que el sector agrario tiene como salvaguarda del medio ambiente. El olivar es un magnífico ejemplo de cómo todo un sector trabaja para luchar por un futuro más verde. Porque los científicos han establecido que este cultivo, lejos de contribuir al cambio climático, ayuda a retirar una ingente cantidad de gases de efecto invernadero.
El Consejo Oleícola Internacional desveló en la Cumbre del Clima de Marrakech, unos datos espectaculares. El ciclo de vida de un litro de aceite de oliva, desde que se produce hasta que se consume, genera una media de 1,5 kilos de CO2. Pero al mismo tiempo, el olivar es capaz de llegar a fijar hasta 11,5 kilos de CO2 por cada kilo de aceite producido, generando un balance positivo de fijación de 10 kilos de gases de efecto invernadero. Es más, el COI recuerda también que la fijación de carbono redunda en la capacidad del terreno de almacenar agua, por lo que ayuda a combatir la desertificación que amenaza a amplias zonas del Mediterráneo. Más si cabe en España, que atesora más de 2,5 millones de hectáreas de olivar de los 5,5 millones de hectáreas existentes en la Unión Europea.
El olivar, como cultivo sostenible, es uno de los ecosistemas más ricos que existen en España, como ha puesto de manifiesto el proyecto LIFE Olivares Vivos. Una iniciativa que cuenta con la colaboración de la Interprofesional del Aceite de Oliva Español, entre otras instituciones.
Tras evaluar la biodiversidad de una serie de olivares, se han catalogado 165 especies de aves, una cuarta parte de las documentadas en la Península. Algo similar ocurre con los invertebrados, con 58 especies de hormigas y 119 insectos polinizadores. Asimismo se han localizado 549 especies herbáceos y 137 de leñosas. Partiendo de esa realidad, este proyecto está desarrollando estrategias que se puedan aplicar de forma sencilla a todo el olivar español para garantizar una óptima biodiversidad.
No podemos perder de vista que, además del valor socioeconómico, el olivar español aporta un valor cultura y paisajístico. A través de casi tres milenios, el olivo ha colonizado amplias zonas de nuestro país, creando el mayor bosque humanizado del planeta. Un bosque que en cada zona ha tomado formas únicas: desde los olivos plantados a las orillas del Mediterráneo, a los mares de olivos de Jaén y Córdoba, sin olvidar los bosques de árboles milenarios de las sierras de Málaga. Un patrimonio que iniciativas como la Candidatura a Patrimonio Mundial de los Paisajes del Oliva en Andalucía tratan de poner en valor en todo el mundo.
Articulo original: Acetes de oliva de España